Un movimiento no sólo cultural, sino también social… que se muestra en la música, la plástica, el teatro, la poesía; una nueva imaginería e -imaginario colectivo- que apostaba por rebelarse contra lo establecido, el sistema y su rigidez. La belleza, el negro como color supremo contrastando con la blanca palidez de los rostros, (ya tenés un tipo de sombra y poco de metal para disfrazarse ¿a dónde morimos hoy? …buscando otra celda confortable, a donde bailar, enjaulados… sudando el maquillaje… bailando enjaulados). Esta letra de Richard Coleman del segundo disco de Fricción, (proyecto paralelo de Cerati junto a su compinche Ric), refleja a cabalidad lo que era salir por las noches, tanto allá como acá.
1985 es el año en que la dictadura de Pinochet, llevada por presiones internacionales, termina con el toque de queda, situación que tenía toda la vida nocturna prácticamente extinguida y no por levantar el toque íbamos a dejar de bailar enjaulados… nos iban a vigilar más que antes.
En esta sutil apertura comienza a surgir un movimiento underground compuesto por colectivos de artistas multiculturales y nuevos espacios de expresión. El Garaje Internacional Matucana 19, El Trolley, La Nona Jazz, La Neo, La Casa de Constitución… y se abren festivales de arte como el Off Bellavista y el Festival Franco Follies, (que venía una vez al año con un catálogo de obras freaks), y también las nuevas bandas. Aquí es donde el rock comienza a tornar en una colorida sofisticación peligrosamente cercana al Pop. Es difícil, (e ingrato), separar el circuito subterráneo del comercial… aquí la cosa ya pasa por gustos y conceptos. En los próximos capítulos evidenciaremos que hizo falta una norma de calidad para tanta banda, porque era una época en que cualquiera grababa un disco, situación que llevó a la debacle del movimiento pop chileno a fines de los 80´s.
De las primeras -nuevas- bandas estaban los Primeros Auxilios, Paraíso Perdido, la primera formación de Aparato Raro, y la primera de los Electrodomésticos, Los Pinochet Boys… por nombrar algunas. Como siempre en Chile, hay dos caras de la moneda. Los Prisioneros eran la voz del pueblo y Cinema la entretención de los cuicos. Es en ese año, en que González, Narea y Tapia dan un concierto en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, (si, esa que está en Pio Nono con Santa María), dejando literalmente a todos boquiabiertos. Nunca les vi una actuación mejor… Jorge no era un vocalista para la historia, ni sus compañeros unos eximios instrumentistas, pero si era un compositor de otro planeta; esos temas, los del primer disco, tocados con una furia y un afiaté increíbles fueron un palo en la cabeza para todos, pero sobre todo para los milicos, porque unos chicos de san Miguel se atrevieron a decir esa realidad incómoda.
A principios del año 86 comienzan a surgir nuevos nombres que venían asociados a lanzamientos discográficos, EMI se había transformado en uno de los sellos discográficos que publicaba pop chileno, tanto como Alerce publicaba la corriente más contestaría del Canto Nuevo… que ya no era tan nuevo. Entonces aparece UPA con su primer disco, Viena, (con los hermanos Pedro y Archie Frugone recién llegados de California), La Banda del Pequeño Vicio (con un histriónico Titín Moraga… bah, nuestro Federico Moura), entre otras ilustres cofradías.
El año anterior le había robado el baterista a mi amigo, LeMaître, quién entonces tocaba con otra gente. El tipo era increíble, literalmente podía hacer todo que Stewart Copeland había grabado con The Police… y claro, estudiaba percusión sinfónica en la Católica, el tipo era docto.
Claudio del Pino vivía en la calle Miguel Claro con sus padres y sus 2 hermanos… y no tenía batería. Quiero dejar en claro que en esa época cualquier instrumento profesional costaba lo que valía el auto de tu papá. Entonces, yo tenía, (aún tengo), un gran amigo, el gordo Giorgi, que tenía una bata Tama SwingStar arrumbada en el rincón de su pieza. Su viejo que había sido baterista de jazz se la había regalado con la esperanza que siguiera la tradición familiar… nada más lejos. Es gracias al gordo, (que nos prestó la batería por un año y medio, hasta que Claudio se la pudo comprar), que pudimos empezar profesionalmente.
La banda se terminó de conformar como Terapia Intensiva, le habíamos robado el nombre a una obra de Antonio Gasalla con música de Charly García, además incluía a Juan Alberto Aravena, un increíble y veloz guitarrista de fusión y Patricia Ravera, nuestra vocalista y saxofonista (adelantados los tipos, una mina cantante). Giramos mucho en ese primer circuito de universidades y pequeños pubs haciéndonos notar por la mezcla de estilos no tan cercanos al pop y si, más a la música ecléctica…y una hermosa saxofonista que le cantaba al imaginario colectivo.
Estábamos grabando nuestros primeros temas, cuando Juan Alberto nos cuenta que se va a radicar a Australia con su familia. Decidimos terminar la grabación y dar unos últimos conciertos para fines de 1986. Un día, saliendo del estudio, caminábamos con Juan, con los estuches en la mano, y repentinamente para un taxi, se baja un tipo medio tartamudo y con la cabeza llena de rulos y nos dice: uuuu-u-u-ustedes van a ser los músicos d-ddd-de mi n-n-nueva banda… Bueno no fuimos parte de su banda ni él de la nuestra. Juan Alberto se fue a Melbourne, la banda se disolvió… pero me quedé con el teléfono del tipo del taxi, pero eso es parte de otra historia.
Próximos capítulos 87-88-89.
