Abril 25, 2024

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SEXO CON TU SOMBRA Capitulo 4 - Por Katha Morgan

La pobre chica sintió un frío que le recorrió el cuerpo, no sabía qué pensar, sólo tenía ganas de salir corriendo; “es una broma” pensó, pero Darío se apresuró a explicarle. El lunático no pudo llegar sólo hasta la mesa porque tenía los ojos vendados, se tomó muy en serio eso de la cita “a ciegas” y no quiso ver al objeto de su deseo ni siquiera durante la cena, le pidió aceptarlo, ser parte de su fantasía por un rato, darle ese gusto y dejarle ser feliz en su locura. Ella muy tímida resolvió decir que sí.

Darío llevaba puesto un terno gris con pañuelo y todo, camisa roja y corbata negra, además de unos zapatos muy brillantes, casi pulidos, muy típico de su personalidad detallista y obsesiva. Mientras, Raquel estaba metida en un vestido rojo a medio muslo que se ajustaba correctamente a sus curvas, sus largas piernas envueltas en medias que terminaban en unos zapatos negros de tacón muy altos que la estilizaban; se veía maravillosa del cuello para abajo. Era una mezcla perfecta entre dulce y provocativa. Pero estaba perpleja y muy incómoda con las miradas de los comensales de las otras mesas. Tan sólo imaginen la escena, un hombre con los ojos vendados entra al restaurante italiano más top de esa ciudad y se sienta en la mesa de la mujer más fea del lugar, con la cara marcada por horribles defectos que intentaba esconder sin muchos resultados, la cual llevaba más de media hora siendo el tema de todas las mesas, porque parecía “plantada”.

Después de un rato, Raquel decidió disfrutar la cena y “al averno” los que miraban, era divertido, ser el centro de atracción por esta noche. Para romper el silencio en el que estaba sumergida hace varios minutos, le preguntó al chico el porqué de la venda y con eso consiguió una conversación más bien fluida entre ambos.
- Bueno, supongo que la pregunta es obvia ¿Por qué traes los ojos vendados? – dijo con la voz aun temblorosa.

- Supongo que te debo una buena respuesta por eso, está bien, la respuesta no es tan obvia, pero…sólo conozco tu sombra, la conozco bien y es perfecta, tal cual debes ser tú, por eso no necesito ni quiero verte…por ahora. – dijo Darío y sonrió con algo de picardía.

La muchacha indecisa entre la risa y el llanto, sentía el estómago revuelto por los nervios, lo miraba y sus pensamientos también se revolvían sin dar espacio a la cordura, sin embargo, se quedó sentada junto a él y resolvió continuar con la “cita a ciegas” que Darío se tomó muy en serio.


- Así que sólo mi sombra…bueno, si para ti no es problema comer con la venda, para mí tampoco. – dijo resuelta a disfrutar.  Ya sé que trabajas en la zapatería, pero eso es todo. ¿Cuántos años tienes? – preguntó con un tono más seguro.

- Veintisiete ¿y tú? – inquirió el loco enamorado.

- Yo tengo 25 recién cumplidos. Dijo mientras advirtió que se aproximaba el mesero.
- ¿Vives con tu hermana? – preguntó acomodándose en la silla.

- No, ella vive con su novio. Yo vivo sola, aquí muy cerca, es en la casona de la esquina de hecho. (Hizo una pequeña pausa) – Bueno, vinimos a cenar – viendo al mesero que dudaba en acercarse - ¿Ordenamos? – exigió la chica.

- Oh, claro. ¡Mozo! – llamó sin ver, a quien ya estaba a su lado.

- ¿Sí señor? – acercándose. ¿Están listos para ordenar? ¿Puedo ofrecerles algún aperitivo? – dijo sin dejar de mirar a la chica. Darío decidido a ser galán y respondió – que pida la señorita primero, esta noche ella es la princesa de mi corazón y quiero que esté completamente feliz.


El mesero los miró a ambos sin esconder su desagrado frente a la escena y pensó que el tipo sonaba muy cursi y que estaba loco y ella era algo así como un “fenómeno”, pero claro, no dijo una sola palabra.

Raquel desentendiéndose de los gestos del mesero le dijo – mmm…le acepto un pisco sour, mientras.

- ¡Qué bien! pensé que no beberías en la primera cita. – dijo Darío con una suerte de voz madura, aunque Raquel no estuvo de acuerdo con eso. - Para mí traiga, por favor, un Tom Collins. – concluyó.

- Perfecto ¿algo más? – preguntó el mesero sin levantar la mirada de la libreta donde estaba anotando.

- No, gracias – dijeron a coro, sin quererlo y rieron juntos de manera cómplice.
- Así que tu hermana tiene novio, era lógico si es tan linda, aunque en la zapatería nadie lo sabe y se nota que a Joaquín le gusta ella. Se va a decepcionar mucho creo yo. Pero bueno, ellos verán…yo también soy solo, aunque comparto un departamento en el lado sur con un primo que quizás se cambie pronto, porque se quiere casar con la mujer que lo “mandonea” hace como tres años – dijo y ambos estallaron en livianas risas que sirvieron para relajar aún más el ambiente.


La noche estaba ya hace una hora sobre la ciudad, la temperatura del fin de la primavera era agradable, el clima entre ellos era suave y divertido, el chico estaba gozando a concho de su fantasía más obsesionante que había tenido y ella, había decidido entregarse a la locura de creer. Hablaron de todo, de sus familias, de la música que les gustaba a cada cual, de libros, de películas, de comida y de todo lo loco que se podía ver Darío frente a las otras personas del restaurante. Reían a cada rato como chiquillos recién coqueteando torpemente. Todo estaba en su lugar, todo era perfecto, la música suave distendía el cuerpo, la luz tenue invitaba a una conversación cercana y los tragos invitaban a seguir con otro y quizás otro más, pero había que pedir la cena. Raquel, le hizo una seña al mesero y este se acerca.  – Quiero las ostras para empezar y luego un plato de canelones. Dijo mirando el menú

¿Y para el señor? – preguntó el mesero.

Darío con cara de poca costumbre – voy a pedir las ostras también y de fondo unos exquisitos ravioles, (hacia Raquel) claro que vas a tener que ayudarme – sonríe más pícaro que antes.  (Al mesero) Y traiga una buena botella de vino blanco, sin escatimar en gastos.

Darío sabía que estaba gastándose el sueldo de todo un mes en esta cena, en este restaurante tan estiloso y sofisticado, pero su locura lo valía, si la chica de la sombra perfecta lo quería, él se lo daría; era la fantasía más exquisita que podría haber nunca imaginado y no podía desperdiciar ningún detalle que lo llevara a lograr su objetivo. Quería tocarla, quería hacerla suya, quería beberse la esencia de su cuerpo, en silencio.

Ya comiendo ella le dice – las ostras me encantan desde siempre y no las como hace años. ¿Sabes? te ves muy divertido con esa venda en los ojos. Qué bueno que hay pocas personas en el restaurante.

- ¿Por qué? – preguntó inquieto.

- Porque así menos gente nos mira. – dijo con una voz baja como la de costumbre.
- ¿Y qué? ¿Acaso, nunca han visto a un loco junto a una hermosa mujer? – agregó su loco compañero.

Raquel, con algo de pena – más bien creo que ven un par de locos raros.

- Bue… ¿estás saliendo con alguien Raquel? ¿O salías? – Retractándose – disculpa la pregunta no quiero incomodarte.

- La verdad no me incomoda la pregunta, me avergüenza la respuesta, porque hace seis años no salgo con nadie. Mi última cita fue con el primo de un amigo a los 19.
Darío muy extrañado - ¡mentira! Una mujer con una sombra tan hermosa, tan exquisita, tan… - Raquel notablemente mareada por el vino lo interrumpe – dime una cosa… ¿te acercaste a mí sólo porque te gusta mi sombra? Eso me suena algo psicópata por decir lo menos.

Darío suelta una carcajada y responde – amo tu sombra mujer, amo sus formas, sus movimientos…quiero, uff tantas cosas quiero, quiero pedir otro vino y quiero acariciarte Raquel, quiero tocarte completa. Sé que estamos en la segunda botella y que puede sonar una locura…una locura más, pero tengo unas ganas locas de hacerte el amor esta noche, quiero que seas mía, tu sombra me tiene loco de deseos.

- Eso es una locura en verdad, ni siquiera me conoces, no has visto ni el color de mi vestido siquiera y…. – Darío la interrumpe

– Pero eso no es necesario yo no quiero verte.

- ¿Por qué no me miras? – Preguntó evidentemente alterada, pero manteniendo el volumen bajo – deberías mirarme, a ver si después de verme aún quieres acostarte conmigo. 
- Pero no lo digas así Raquel. No, no me importa ver esos detalles por ahora, con tu sombra me basta. Vámonos a tu casa, vámonos ahora, me dijiste que está aquí en la esquina, así puedes ayudarme a caminar, no quiero por nada quitarme la venda, estoy hasta el tope de deseos por ti. – dijo con una voz que sonaba a una orden más que una petición.

Raquel bajó la copa, se puso de pie evidentemente molesta y con cierto dejo de tristeza, ofreció una disculpa para ir al baño.KM

 

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Modificado por última vez en Lunes, 17 Mayo 2021 17:01
Katha Morgan

Rockera de corazón. 
De profesión docente y actriz.
De oficio escritora, locutora y productora radial.
Siempre ligada a las artes.

satiraradio.wixsite.com/website
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